Un País dividido
Es esta desesperante sensación, de tener ya la certeza de vivir un país dividido, la que me mantiene en permanente insomnio. Acudo al supermercado, preso de inmenso letargo, con temor a la inesperada cuenta final, que aumentará, al menos en tres meses, mi conocida deuda; en efectivo solo cuento con 5 lucas. Con seguridad mi placer inicial sobre el consumo, se transformará poco a poco ante los complicados cálculos sobre los datos impresos en las etiquetas, a fin de determinar el producto de mejor valor, en formula de precio y cualidades; a pesar de mis esfuerzos, inevitablemente, más de algún producto me dará sorpresa al momento de pagar. La sección carnes, es toda una aventura para mi espíritu investigador, no tanto en determinar los paquetes que tienen menor proporción de huesos y/o grasas, sino en aquellos etiquetados como huesos, o cazuela, o huesos carnudos, descubrir el asado, o las chuletas, o el estofado, que los corruptos de la sección dejan para sus cómplices, y que yo sustra