La Cimarra no es un Vicio
¡ESTA HACIENDO LA CIMARRA!
Me grita un taxista amigo, en quien confío. Me vio en la calle a las 11:30 del día.
¡NO, ES QUE VOY A UNA REUNION!
Ni mentira, ni verdad. Cierto que tengo reuniones, cierto que corro de aquí para allá, pero a veces me gusta darme un descanso, caminar, tomar un bus, marchar sin rumbo, sentarme a solo dejar mi mente viva, que se yo. La “cimarra”, tiempo que no escuchaba la palabra.
Me gustaba ir a la Escuela, al Liceo. Igual, hacía la cimarra. Faltar a alguna clase aburrida, no era el motivo, sino hacer algo mas interesante, mas provechoso al espíritu. Me gustaba la pintura, no me perdía la de Historia, y de Castellano, me gustaba la Profesora, ¡sexualmente!, ella de edad indefinida; en esas no hacía la cimarra.
Las mejores cimarras eran en el INBA. Allí, interno, daba lo mismo si lo hacía en la noche o en el día. Trucos aprendí, trucos conocía. A veces llegue cantando al dormitorio, luego de una noche de alegría. Otras me arranque la tarde, para gastar el vuelto de la tesorería, o la mañana, para asistir al funeral, de un pariente que no existía. Aunque muchos me protegían, algunos partes me gané.
Pase bien, la prueba de la cimarra. ¡Cuanta experiencia gané fuera de clases!, las materias que asimilé más profundamente, son aquellas que minutos antes del examen y que, desde el cuaderno de un compañero, o de un resumen, o de fotocopias, tragué con mis ojos y mi mente.
Hoy, digo, no me importan las materias aburridas, que ya tuve mucho en mi vida. Aprendí, que la cimarra no es un vicio, sino poderosa herramienta, para romper prejuicios.
Me grita un taxista amigo, en quien confío. Me vio en la calle a las 11:30 del día.
¡NO, ES QUE VOY A UNA REUNION!
Ni mentira, ni verdad. Cierto que tengo reuniones, cierto que corro de aquí para allá, pero a veces me gusta darme un descanso, caminar, tomar un bus, marchar sin rumbo, sentarme a solo dejar mi mente viva, que se yo. La “cimarra”, tiempo que no escuchaba la palabra.
Me gustaba ir a la Escuela, al Liceo. Igual, hacía la cimarra. Faltar a alguna clase aburrida, no era el motivo, sino hacer algo mas interesante, mas provechoso al espíritu. Me gustaba la pintura, no me perdía la de Historia, y de Castellano, me gustaba la Profesora, ¡sexualmente!, ella de edad indefinida; en esas no hacía la cimarra.
Las mejores cimarras eran en el INBA. Allí, interno, daba lo mismo si lo hacía en la noche o en el día. Trucos aprendí, trucos conocía. A veces llegue cantando al dormitorio, luego de una noche de alegría. Otras me arranque la tarde, para gastar el vuelto de la tesorería, o la mañana, para asistir al funeral, de un pariente que no existía. Aunque muchos me protegían, algunos partes me gané.
Pase bien, la prueba de la cimarra. ¡Cuanta experiencia gané fuera de clases!, las materias que asimilé más profundamente, son aquellas que minutos antes del examen y que, desde el cuaderno de un compañero, o de un resumen, o de fotocopias, tragué con mis ojos y mi mente.
Hoy, digo, no me importan las materias aburridas, que ya tuve mucho en mi vida. Aprendí, que la cimarra no es un vicio, sino poderosa herramienta, para romper prejuicios.
Comments
a veces hay que hacerse la simarra de uno mismo... salir de tu cuerpo...
dificil... pero nada es imposible para el que no cree ni en lo posible
un beso y un abrazo
nos vemos
no es que sea un vicio, pero...
jeje
se le echa de menos por estos lados Pogoto!
un abrazo y una sonrisa