Pan y Cebolla
Mariana pinta sus ojos con mesura. Sus parpados son morados; anteayer, Manuel le dio la dura. “Es que tiene tantos problemas, tanto tiempo sin trabajo lo tiene mal, tampoco colaboro mucho, que digamos”.
Hoy, el trajo una exquisita barra de chocolate y un prendedor de regalo, acompañados de una rosa roja. Encontró trabajo, corto tiempo sí, pero de ahí vendrá otro. La invito a comer parrilladas bailables.
Mariana pinta sus parpados y recuerda: “…Juras honrar…hasta que la muerte los separe”. Revive su emoción y dedos cruzados, cuando juró en silencio: “Contigo, Pan y Cebolla”.
Mariana ya esta hermosa, involuntariamente de sus parpados violáceos, escapa una lágrima de conformidad.
Comments
Otros como Pinochet, se convirtieron en expertos parrilleros, aunque al final, borrachos, dejaban a las madres bailando solas. Hoy el convertido se resiste a morir; para dar muestras de buena conciencia, quiere pagar todos sus pecados, no en cielo sino en la tierra.