¡No escuches a la Makarena!
¡De escuchar a la Makarena en Chile visión! Sus noticias alarmistas sobre paraderos, aglomeración y acoso sexual en el TranSantiago. Quizás todos estos pseudo reportajes incentivan y condicionan la actitud y reacciones de los TranSantiaguinos.
Voy en la 201 hacia el BioBio, penúltimo asiento y de repente se sienta a mi lado un compadre medio curao, se sienta con la mano al lado, a mi lado, al lado de mi poto, luego de apoco se desabrocha la camisa y comienza a sobarse la guata, la cual muestra ¡así un tajo!, digo cicatriz. Avanzamos unas cuadras y el jadeando sobándose la guata, me levanto pa’cambiarme a un asiento que se desocupó delante, al principio de la micro, entonces le pido permiso y me contesta con voz aguardentosa: “¡Adelante mi amor!”. Ahí como que me acordé de la Makarena, ¡pero la micro estaba casi vacía!
Seguí el resto del viaje y recordé el día que me llamo mi hijo Víctor desde el bus que venía de Valpo y nos pusimos de acuerdo pa’juntarnos en el terminal e irnos juntos a la casa. Era mediados de Marzo. Decidí cargar mi Bip a la vuelta, me quedaba pa’un pasaje y así llego mas rápido y de paso menos tiempo tienen mi plata estos hueones.
Eran como las 6 de la tarde y baje al metro U de Chile, antes de poder subir avanzaron dos trenes, al tercero subí apenas apretando a una señora joven y esta me reta, contesté como disculpa “adentro hay espacio”, escuche de adentro la voz de un joven “hueón, este sí que es hueón”, así que comprendí la situación y calladito me arrime al fierro de al medio apoyándome un poco; bueno, el fierro estaba lleno de manos, mire a mi alrededor y al fondo ... ¡había espacio!, pero no, yo y otros estábamos apretados; yo contra el fierro, igual miraba alrededor para no tocar a nadie.
Ya luego estaba en mis pensamientos. De repente siento un dolor en la piel, en la guata, un pinchazo en la guata, y una señora (no sé si la misma del apretón inicial) me mira furiosa y con cara de “¿Qué tenís hueón?” y me grita: “¡Degenerado!”, yo con un pinchazo en la guata y ella con un alfiler o algo parecido en la mano. Bajo mi vista y mi camisa abierta dos botones para dejar espacio al ombligo que se apoya deformado en el fierro de al medio. Levanto la vista y me doy cuenta que todos me miran, unos asombrados, la mayoría con furia: “¡Hueón degenerado!”; “¡Agarrenlo!”; una señora grita “¡Es el mismo que me manoseo el otro día!”; “¿Qué pasa?” pregunta alguien, “¡Se estaba masturbando!” contestan dos; la señora del apretón grita: “¡Se estaba pajeando con mi mano el hueón!”; “¡Ella me pinchó, me pinchó con el alfiler!” protesté nervioso; “¡Sáquenlo de aquí!” y dos tipos me agarran, una vieja me tira un carterazo, otra me tira un manotón, “’Desgraciado!”; “¡Pero si ella me pincho en la guata!” exclamo a oídos sordos.
El tren se detiene y me sacan del carro, de pronto, de la nada, dos guardias de amarillo me toman, un montón de gente gritándome “¡Mastúrbate en tu casa: PAJERO!”, “Ese viejo canoso se estaba masturbando en el tren”, la señora del apretón llorando grita: “¡Le pinché con el alfiler para que me dejara la mano!...¡DEGENERADO!”. Sin darme cuenta ya estoy fuera de la Estación Central, ahí llegan los pacos, tres de ellos me agarran, uno es una mujer, y una multitud que ya no reconozco nos sigue y ya no está la señora del apretón. Gritan “¡Se estaba pajeando en el metro!”, “¡El degenerado se masturbó en el Metro!”. Desesperado grito “¡NO HICE NADA!”, “¡LA SEÑORA ME PINCHO CON UN ALFILER LA GUATA!”.
Mi camisa entera abierta y ya llegó la televisión, de un costado les oigo “Se llevan a este individuo por estar masturbándose en el Metro…”, entonces me tapo la cara y grito “¡NO, A MI ME CLAVARON UN ALFILER!”. Todo ocurre rápido y sin darme cuenta estoy en un furgón y una multitud con cámaras me persigue. En el furgón nadie me habla, pero sonríen y susurran los pacos. Me abrocho la camisa.
En la comisaría me acusan “Ud. se estaba masturbando en el Metro” “y acosó a una dama”, conteste “¡No! A mí me pincharon la guata sin darme cuenta”. Rafirman “Hay muchos testigos…”. Les reclamo “Yo no hice nada, el tren venía lleno, estábamos todos apretados y esa señora me clavó un alfiler. No hice nada, por favor, tengo familia, tengo trabajo, nada hice”. Me tranquilizan “Bueno, quédese ahí sentado, esperemos al oficial que viene mas tarde”.
Cuento corto, pasaron 8 horas, yo sentado y el oficial, que llegó a las dos horas, atendiendo otros trámites. En algún momento me llaman. El oficial me interroga en voz alta “¿Y Ud., porqué esta aquí?”, contesto “No sé, me trajeron del Metro y una señora me clavó un alfiler”. El oficial afirma “Muchos dicen que Ud se masturbó delante de los pasajeros del Metro”. Me defendí “¡No! Una señora me clavó un alfiler en la guata”. Me indica “Siéntese ahí, luego lo llamamos”. Dos horas después me llaman: “¿Ud. se estaba masturbando?”, conteste firme “¡No! Una señora me clavo un alfiler en la guata”.
El oficial se demora un poco, moviendo unos papeles, luego me dice: “Mire, no lo queremos perjudicar, además nadie entablo una denuncia, así que le ofrecemos que firme una declaración y luego puede irse”. Me asusto un poco y pregunto “¿Qué declaración?”. Y el oficial me indica “Es que sino lo tendremos que citar al juzgado”. “¿Qué declaración?” insisto y el oficial me contesta “Que Ud. fue detenido por mostrar sus partes íntimas a los pasajeros al desabrochar su camisa”. ¿Cuatro de la mañana? La firmé no más y salí libre sin citación al juzgado.
Salí de la comisaría y traté de tomar un taxi, pero recordé (me di cuenta) que andaba sin ni uno y no habían cajeros cerca; tenía mi Bip, pero donde mierda cargo a esa hora. ¡¡Mierda!! Mierda, las 5 de la mañana. Así que tripas zapatón y a caminar y caminar. 30 cuadras caminé para esperar mi colectivo 3023 un poco más de ¾ de hora, ellos me conocen.
Llegué a mi casa a las 6:30, despertó mi hijo Víctor… me retó, luego me entendió (siempre me entiende) y ¡nos cagamos de la risa! Me serví un té de manzanilla y me acosté con la tele encendida. Como a las 6:40 salió la Makarena con sus noticias del TranSantiago, de los paraderos, de las aglomeraciones, del acoso sexual… del acoso sexual… y me veo en la tele, con mi pelo cano, una multitud gritando y la señora del apretón con su alfiler, y la Makarena diciendo que esto no puede ser, que a estos degenerados hay que denunciarlos y llevarlos a la justicia, que las mujeres se deben defender con alfileres.
Ese día, al mirar a la Makarena caí en cuenta que: perdí el encuentro con mi hijo, perdí todo control sobre mi tarjeta Bip, perdí mis derechos y quizás también perdí mi dignidad. Pero al menos ejercí mi voluntad de no escuchar más a la famosa Makarena y cambié de canal, para siempre.
Voy en la 201 hacia el BioBio, penúltimo asiento y de repente se sienta a mi lado un compadre medio curao, se sienta con la mano al lado, a mi lado, al lado de mi poto, luego de apoco se desabrocha la camisa y comienza a sobarse la guata, la cual muestra ¡así un tajo!, digo cicatriz. Avanzamos unas cuadras y el jadeando sobándose la guata, me levanto pa’cambiarme a un asiento que se desocupó delante, al principio de la micro, entonces le pido permiso y me contesta con voz aguardentosa: “¡Adelante mi amor!”. Ahí como que me acordé de la Makarena, ¡pero la micro estaba casi vacía!
Seguí el resto del viaje y recordé el día que me llamo mi hijo Víctor desde el bus que venía de Valpo y nos pusimos de acuerdo pa’juntarnos en el terminal e irnos juntos a la casa. Era mediados de Marzo. Decidí cargar mi Bip a la vuelta, me quedaba pa’un pasaje y así llego mas rápido y de paso menos tiempo tienen mi plata estos hueones.
Eran como las 6 de la tarde y baje al metro U de Chile, antes de poder subir avanzaron dos trenes, al tercero subí apenas apretando a una señora joven y esta me reta, contesté como disculpa “adentro hay espacio”, escuche de adentro la voz de un joven “hueón, este sí que es hueón”, así que comprendí la situación y calladito me arrime al fierro de al medio apoyándome un poco; bueno, el fierro estaba lleno de manos, mire a mi alrededor y al fondo ... ¡había espacio!, pero no, yo y otros estábamos apretados; yo contra el fierro, igual miraba alrededor para no tocar a nadie.
Ya luego estaba en mis pensamientos. De repente siento un dolor en la piel, en la guata, un pinchazo en la guata, y una señora (no sé si la misma del apretón inicial) me mira furiosa y con cara de “¿Qué tenís hueón?” y me grita: “¡Degenerado!”, yo con un pinchazo en la guata y ella con un alfiler o algo parecido en la mano. Bajo mi vista y mi camisa abierta dos botones para dejar espacio al ombligo que se apoya deformado en el fierro de al medio. Levanto la vista y me doy cuenta que todos me miran, unos asombrados, la mayoría con furia: “¡Hueón degenerado!”; “¡Agarrenlo!”; una señora grita “¡Es el mismo que me manoseo el otro día!”; “¿Qué pasa?” pregunta alguien, “¡Se estaba masturbando!” contestan dos; la señora del apretón grita: “¡Se estaba pajeando con mi mano el hueón!”; “¡Ella me pinchó, me pinchó con el alfiler!” protesté nervioso; “¡Sáquenlo de aquí!” y dos tipos me agarran, una vieja me tira un carterazo, otra me tira un manotón, “’Desgraciado!”; “¡Pero si ella me pincho en la guata!” exclamo a oídos sordos.
El tren se detiene y me sacan del carro, de pronto, de la nada, dos guardias de amarillo me toman, un montón de gente gritándome “¡Mastúrbate en tu casa: PAJERO!”, “Ese viejo canoso se estaba masturbando en el tren”, la señora del apretón llorando grita: “¡Le pinché con el alfiler para que me dejara la mano!...¡DEGENERADO!”. Sin darme cuenta ya estoy fuera de la Estación Central, ahí llegan los pacos, tres de ellos me agarran, uno es una mujer, y una multitud que ya no reconozco nos sigue y ya no está la señora del apretón. Gritan “¡Se estaba pajeando en el metro!”, “¡El degenerado se masturbó en el Metro!”. Desesperado grito “¡NO HICE NADA!”, “¡LA SEÑORA ME PINCHO CON UN ALFILER LA GUATA!”.
Mi camisa entera abierta y ya llegó la televisión, de un costado les oigo “Se llevan a este individuo por estar masturbándose en el Metro…”, entonces me tapo la cara y grito “¡NO, A MI ME CLAVARON UN ALFILER!”. Todo ocurre rápido y sin darme cuenta estoy en un furgón y una multitud con cámaras me persigue. En el furgón nadie me habla, pero sonríen y susurran los pacos. Me abrocho la camisa.
En la comisaría me acusan “Ud. se estaba masturbando en el Metro” “y acosó a una dama”, conteste “¡No! A mí me pincharon la guata sin darme cuenta”. Rafirman “Hay muchos testigos…”. Les reclamo “Yo no hice nada, el tren venía lleno, estábamos todos apretados y esa señora me clavó un alfiler. No hice nada, por favor, tengo familia, tengo trabajo, nada hice”. Me tranquilizan “Bueno, quédese ahí sentado, esperemos al oficial que viene mas tarde”.
Cuento corto, pasaron 8 horas, yo sentado y el oficial, que llegó a las dos horas, atendiendo otros trámites. En algún momento me llaman. El oficial me interroga en voz alta “¿Y Ud., porqué esta aquí?”, contesto “No sé, me trajeron del Metro y una señora me clavó un alfiler”. El oficial afirma “Muchos dicen que Ud se masturbó delante de los pasajeros del Metro”. Me defendí “¡No! Una señora me clavó un alfiler en la guata”. Me indica “Siéntese ahí, luego lo llamamos”. Dos horas después me llaman: “¿Ud. se estaba masturbando?”, conteste firme “¡No! Una señora me clavo un alfiler en la guata”.
El oficial se demora un poco, moviendo unos papeles, luego me dice: “Mire, no lo queremos perjudicar, además nadie entablo una denuncia, así que le ofrecemos que firme una declaración y luego puede irse”. Me asusto un poco y pregunto “¿Qué declaración?”. Y el oficial me indica “Es que sino lo tendremos que citar al juzgado”. “¿Qué declaración?” insisto y el oficial me contesta “Que Ud. fue detenido por mostrar sus partes íntimas a los pasajeros al desabrochar su camisa”. ¿Cuatro de la mañana? La firmé no más y salí libre sin citación al juzgado.
Salí de la comisaría y traté de tomar un taxi, pero recordé (me di cuenta) que andaba sin ni uno y no habían cajeros cerca; tenía mi Bip, pero donde mierda cargo a esa hora. ¡¡Mierda!! Mierda, las 5 de la mañana. Así que tripas zapatón y a caminar y caminar. 30 cuadras caminé para esperar mi colectivo 3023 un poco más de ¾ de hora, ellos me conocen.
Llegué a mi casa a las 6:30, despertó mi hijo Víctor… me retó, luego me entendió (siempre me entiende) y ¡nos cagamos de la risa! Me serví un té de manzanilla y me acosté con la tele encendida. Como a las 6:40 salió la Makarena con sus noticias del TranSantiago, de los paraderos, de las aglomeraciones, del acoso sexual… del acoso sexual… y me veo en la tele, con mi pelo cano, una multitud gritando y la señora del apretón con su alfiler, y la Makarena diciendo que esto no puede ser, que a estos degenerados hay que denunciarlos y llevarlos a la justicia, que las mujeres se deben defender con alfileres.
Ese día, al mirar a la Makarena caí en cuenta que: perdí el encuentro con mi hijo, perdí todo control sobre mi tarjeta Bip, perdí mis derechos y quizás también perdí mi dignidad. Pero al menos ejercí mi voluntad de no escuchar más a la famosa Makarena y cambié de canal, para siempre.
Comments
-Factor “caliente” o “picarón” chileno que ha estado siempre.
-Carga y descarga de tarjeta. Además de la crítica al sistema de “apoderamiento” del dinero del pasajero (lo use o no).
-Aglomeración en el metro. A causa del transantiago.
-Actitudes y comentarios (¿post o pre-transantiago?). yo creo que “pre”.
-“estupidez” histórica chilena. Al menos lo que a mi me ha tocado.
-El mentado acoso en la locomoción (supuestamente por el transantiago). Además del encabronamiento de masas. Que no tiene nada que ver con el transantiago.
-Presión mediática y poder de la información.
-Funcionamiento de los estamentos de justicia. Demora, poca minuciosidad, etc.
-Negociación.
-Resultados de las malas maneras que usan nuestras instituciones en general (negligencia).
-Falta de lugares de carga de la tarjetita.
-Perjuicios de optar por otros medios de viaje.
-Insurrección popular. (en todo caso, la insurrección partió con escribir: “Makarena” en vez de “macarena”)
-Otros temas están tratados, pero están explícitos (como la violación de derechos).
un abrazo
Necedades. Los verdaderos problemas sociales son la misandria u odio al hombre, y la fetofobia o desprecio al niño intrauterino.
No se dejen influenciar por las feminazis. Busquen en su google Mandefender y Marcha Masculina. Los hombres ya nos estamos uniendo para defender nuestros derechos.
Increíble el grado de permisividad que se le tiene a la mujer, y el concepto tan malo que se tiene del hombre.
Si después de leer este y otros casos similares, cualquiera que siga pensando que vivimos en uns sociedad machista, y no hembrista es, con toda justicia, un tonto.
Feminismo: lacra social.